2024: Sobre el odio y su (casi) inminente victoria


1


Miles de cuerpos violentados.
Mutilados.
Deambulan.
Se arrastran
a las afueras del jardín.

Voluntades asediadas.
Dignidades que allí,
incólumes,
buscan agua,
yodo,
pan.

Para un día más.

Artefactos invasores
rasgan los cielos.
Arrasan urbes y poblados.

Democracia liberal...

Tus hijos de puta.

La vara de la justicia
bajo el
sue
     lo.

Expoliación.
Aniquilación.

La multipolaridad debiera verse
como cosa normal,
pero los padres-putas se oponen
como cosa natural.
La naturaleza, por lo demás,
podría 
subsistir

a pesar de todo.


2


Dios
es grande.

Aspiración.
Retaliación.

La vara enterrada
de la justicia.

Un pueblo abraza a su ayatola.
Se conforta con misiles hipersónicos.
Con la imagen posible del fuego
devorando Tel Aviv.

¿Qué es justo ahora?
Desde las ruinas, las Dignidades Incólumes
miran el resplandor
que las vindica.


3


Un año para el odio.

En el jardín florece la incertidumbre
en pleno invierno.
El Instituto Atlantista de la Estupidez
invoca a la fiereza turbocargada.
en nombre de la civilización.

La vara de la idiocia
a una altura 
satelital.
Las fauces del padre-puta han vuelto
y la elevan
un poco más.
Amenazas teletransmitidas desde la mesosfera
que hacen bailar a los cobardes (con canciones de Taylor Swift).

Oh, hipocresía
repugnante.
El Pueblo del norte
no tiene norte
sólo un ego aerostático
extraviado en la nostalgia.

Formas del odio.
Austral:
un desquiciado sij del cadáver de su perro
fue electo.

Boreal:
77 millones de perturbados
embelesados 
por la boca de napalm,
la eligieron.

Democracia liberal.
Tus urnas como vertederos.

Los entes territoriales libres que le quedan al mundo
deberían saber
de su fragilidad.

En memoria de todos sus fratricidios.
A nombre también de los inconclusos.
Que no sean flor de un día.
Ni golondrina solitaria en el albor termonuclear.

La esperanza, que muere al final


agoniza.













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