Aquellos que están bien

¿Cuál es el nombre
de esa persona
que yo era entonces
y hoy ya no recuerdo?
 
¿Cuál es el nombre
de esa película
que en esa vida,
apenas, quizá,
hace unas semanas,
vi?
 
Hablaba de algo cotidiano.
Una estafa.
 
Un acto desesperado de supervivencia,
consumado en un crimen absurdo,
por alguien de una generación
 
desposeída.
 
Una persona como tú o como yo,
arrebatando una migaja a otra
de una generación moribunda;
aquella que acabó con todo.
 
Lo único que recuerdo
y que reverbera en mi cabeza
es la llamada de ayer,
y la de hace dos días,
y la que recibiré en unos momentos,
para explicarme,
con detalles,
que mi futuro
está en ese plan,
para ese teléfono,
del que soy súbdito 

y guardián.
 
La víctima pudo haber sido mi madre
(se lo tendría merecido),
quien me educó tal y como hicieron
con La Ejecutora.
 
La Delincuente:
una mujer que podría ser mi hermana
(o mi hija,
si yo hubiera sido un poco más estúpido).
 
Y al pie de pulidas y grisáceas construcciones de granito,
en la periferia de Zúrich,
el clímax de la utopía civilizatoria centroeuropea
se revela gélido
y frágil.
 
Dentro de su inmutable y perfecta geometría:
El hábitat de La Victimaria.
 
El escenario del ridículo delito,
por el que será acorralada,
sí,
y a otra cosa.
 
Para ser honesto,
ya no sé si era yo
quien estaba en la sala
de ese cine.
 
Tengo el vago recuerdo
de un desplazamiento
por jardines solitarios,

y de un andar por calles violentadas
por rascacielos brotantes

(y de cómo el metro estaba casi vacío).
 
Y en cada vistazo,
en cada mirada cruzada,
ella seguía ahí.
 
Es,
sólo el espíritu universal de una época.

Nuestra hermana menor.

La representación gráfica más actualizada
de un agujero negro.
 

Al fin somos uno,
unx, pues,
en el mundo.




 

 

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